ABRIL EN ALUMINE
UNA BUENA OPCION DE CIERRE DE TEMPORADA...
Iniciamos un viaje de cierre de temporada junto a Federico Hilger y Santiago Zizzias. Fecha de salida, miércoles 6 de abril y regreso, domingo 10 de abril. Llegamos a Villa Pehuenia a las 16:30 horas, con suficiente tiempo para el primer programa de pesca, atardecer en la boca (desague) del Litrán. Para ello, un único lugar posible, las dos cabañas con ubicación privilegiada de la estancia “La Nevada”. Eliana, la encargada, se encargó de preparar la cabaña, dicho sea de paso, muy recomendable, dejamos los bolsos, calzamos los trajes secos y nos fuimos con caña en mano, unos doscientos metros de agradable paseo, hasta la misma boca. Santiago y Federico con equipos #5 y líneas teeny 150 gr., y yo volé una deep charge 200 de Orvis en una Winston #6. Líderes cortos,
de 1,50 metros y a lanzar. Los primeros tiros, desde afuera, como corresponde. Ahí el primer pique. Luego tuvimos varios piques más, salió fuera del agua la primer arco iris, de 1,5 kilos, con una bichon fly en anzuelo #6, cactus chenille, gomas naranja y big head. Toda una killer. En general todos los streamers con algún flash y chenille con brillos anduvieron bien ( la tolo cooper también es estrella del lugar, pero para ello hay que viajar con el “Tolo” Sánchez)
Luego varios piques más, se soltó una muy grande, que de dos cabezazos nos dejó con las manos vacías. En el Litrán, en esta época, mejor si es luego de haber comenzado las lluvias, se van acomodando las grandes marrones para su ingreso al río. En esta oportunidad no las vimos, pero recomiendo el lugar en abril/mayo, luego de las lluvias, cuando el río comienza a crecer. Los lances allí son al veril, que es generoso y amplio, el río tiene una boca con discurrir lento y limpio y las truchas, están muy cerca del mismo. Los pehuenes centinelas nos custodiaban
al atardecer. Un espectáculo único. Se fue nublando y con la oscuridad nos fuimos a la cabaña donde Eliana ya nos había encendido el fuego para el asado que previamente habíamos comprado en Cutral-Co. La lluvia no tardó y tuvimos que trasladar el fogón al interior de la cabaña, donde un cálido hogar nos esperaba para terminar la tarea. Cominos y bebimos como corresponde y nos acostamos relativamente temprano. Al despertar vimos con gran sorpresa que la lluvia nocturna había mutado a nieve,y así pues nos encontramos con un manto general de unos 15 cm, blanco y perfecto. Lejos de amilanarnos, nos vestimos como una cebolla y partimos nuevamente a la boca. Algunos tiros, algunos piques y luego decidimos subir el Litrán y pescar allí por espacio de tres horas. Un paseo bárbaro, pues el Litrán tiene en ese tramo desde el puente con la ruta que une Pehuenia con Aluminé, diversas trazas y lechos, lo que hace la pesca muy variada y divertida. La pesca es en muchas partes con trucha vista y hay que tomar los recaudos al efecto. Hay partes lentas, con fondo de arena, partes rápidas con canto rodado, zona de grandes piedras, sauces que acarician las orillas, pozones y largas correderas de distinta velocidad. Todo anda bien, la delicada pesca con mayflies, las ninfas y los streamers. Santiago eligió la pesca a flote, tratando de hacer subir alguna, primero con moscas de mayo y luego con algunos atractores del tipo humpy. Federico ninfeó con éxito debajo de los sauces y yo busqué alguna grande. Puse una Dr. Lecter en naranja y marabou verde que imitaba un cangrejo, se prendió la primera, muy peleadora, de unos 800 gramos, arco iris ella, de raza, para luego tener la inmensa suerte de haber tentado a un hermoso macho arco iris de 2 kilos (aún sin las spawing conditions), que me dio una pelea bárbara. El detalle a tener en cuenta es el tamaño del anzuelo, ya que si subíamos del #8, no teníamos pique.
Al medio día, dejamos de pescar, armamos los bultos y partimos a Villa Pehuenia, para alojarnos los siguientes tres días en la Posada “La Escondida” (www.posadalaescondida.com.ar), un lugar de ensueño y esmerada atención (hablar con Pablo o Cristina –es hotel piscis en la Las Leñas), en donde lo más importante es el cliente, pero en serio. Ese mismo día, luego de un rápido pero no menos elegante almuerzo, nos juntamos con la gente de Turismo Los Pehuenes, Guillermo Cardone, head guide, y partimos en una potente Defender a la laguna “Pininlgue”, a unos 1.700 metros snm. Imaginen todo nevado, y sin ni siquiera ver la huella, parecía que estábamos volando. Gracias a Guillermo, el tour fue una verdadera aventura 4x4, con Leo (su ayudante) paleando nieve para marcar las sendas. Llegamos a las lagunas, de una inigualable belleza, y con 2° Celsius en el aire y 6° en el agua, armamos los bellys y nos metimos en la laguna. Había muy poca actividad como era de esperar. El único que tuvo pique fue el FEDE, que desde la orilla, sacó una arco iris de muy buen porte, casi dos kilos. Nuevamente una Dr. Lecter fue la encargada de tentar el salmónido. Terminamos la tarde, con mucho frío y decidimos volver al nido, programa por demás atractivo, pensando en las comodidades y atenciones que nos esperaban. Al día siguiente nos esperaba una pesca muy técnica, con aguas muy claras, pozones profundos y azules, recorridos lentos y truchas a la vista. Comenzamos la mañana con Guillermo haciendo dos pozos seleccionados del Aluminé, en el sector que corre desde la boca del lago hasta la junta con el Río Pulmarí. Estaba frío y con sol. La tormenta de nieve había cedido y todo hacía presumir un buen día. Tuvimos algunos piques, salieron algunas, pero no cumplió las expectativas el tramo, a pesar de que es conocido por albergar grandes arco iris. Luego de parar al almuerzo por espacio de una hora, nos dirigimos al Pulmarí, en el sector de los grandes pozos que se encuentran antes del complejo de Piedra Pintada. Previamente nos habíamos juntado con otro de los guías, Nicolás Filannino, conocedor como pocos de esta zona.
Nos “ordenó” a todos utilizar equipos chicos, 3 ó 4
y líneas de flote. Líderes muy largos, de 12 pies con terminal en 6x. Debíamos presentar la mosca con mucho celo y si fuera posible sin ser vistos.
El paisaje abajo del roquerío era increíble. Veíamos decenas de truchas de todos los tamaños, hasta el típico “submarino” de tres o cuatro kilos, lo cual nos cebó aún más. Utilizamos mayflies, atractoras, y algún caddy. Anzuelos muy chicos, 18 y 20. También pusimos ninfas de masartas y pheasant-tail. Federico fue el primero en “cazar” una, fue muy lindo, ya que la pesca fue muy precisa y buscada. Luego vino el turno de Santiago. Se paró en una corredera lenta, con fondo de algas y grandes piedras, que hacían muy difícil el vadeo,
y logró ubicar, del otro lado de la corredera, a unos veinte metros, una trucha que estaba muy bien posicionada, y tomaba suavemente las mayflies que bajaban por el “embudo” que se formaba entre dos grandes piedras. Esperó el momento y al tercer o cuarto lance, la prendió. Una hermosa marrón
de 1,200 Kgr, que dio una pelea de río. La lucha fue muy buena y la captura limpia y sin complicaciones. Afortunadamente estábamos usando anzuelos sin rebaba lo cual facilitaba la devolución de esos hermosos ejemplares. Pero lo más lindo fue la captura, ya que como dueña del río que se sabe, la marrón no cayó en la cuenta del engaño hasta unos segundos después de tomar la mayfly. La “tabla” se estremeció y luchó arriba y abajo, lo cual le añadió un poco más de adrenalina al asunto, ya que las grandes piedras del fondo complicaban la pelea. Federico también tuvo lo suyo con una montana, y … el día estaba hecho.
El último día fue sencillamente bárbaro.
Nos embarcamos junto a Nicolás en un gomón Zodiac por el Río Aluminé flotando el tramo entre el Camping Municipal, unos 8 kilómetros hacia abajo, pasando el pueblo. Perdimos la cuenta de la cantidad de truchas que prendimos.
Lo verdaderamente sensacional fue que pudimos poner en práctica todas las formas de pesca que podíamos imaginar en ese momento. Los tres casteábamos al mismo tiempo, pero en forma ordenada y sin molestarnos. La pesca, debido a que el río trascurre con poco agua en esta época era embarcado y solo nos bajamos en una sola corredera. Santiago solo pescaba con secas debajo de los sauces y Fede y yo bombardeábamos con ninfas y streammers. Todos pescamos y muy bien. El promedio de captura rondaba los 500 gr
Las moscas que anduvieron bien fueron en secas
los patrones atractores (el día estaba con 15° de temperatura) y no había gran actividad afuera. En ninfas las prince y en streammers las
Dr. Lecter, las woolly en colores verdes y negras
y alguna bichon también se usó. El tamaño de los anzuelos en los streammers no podía superar el #8 por ninguna causa. Pero no todo fue de 500 gr. Tuve mi premio, y doble. Había puesto una woolly atada por mí, en anzuelo #8, con un chenille parecido al cactus, pero sin tanto brillo, de colores marrón predominante y ligeros brillos y cremas. Marabou marrón con flash dorado. Por supuesto lastrada con cobre y big head opaco. La balsa se aproximaba a una zona donde se veían grandes piedras debajo del agua y hacia la orilla, con grandes copas de sauces que casi arañaban la superficie del agua. Corredera lenta y profunda.
Si había alguna marrón en el río, estaba allí. Tenía una sola oportunidad de lance, por efecto de la balsa, y allí fue, tiro certero de 15 metros a la zona caliente. La wolly cayó, se hundió, quizo tomar el drag y allí mismo la tomó lo que sería la captura de la jornada, una marrón de dos kilos impresionante. Macho y fuerte. Cabrío. El equipo utilizado era una Sage Launch #4, con un running cargado con un shooting especialmente preparado por Pablo Pérez, líder corto, de 1,70 y terminal en 3x. Como sabía de la ausencia de rebaba, la emoción era mayor. Felicito a Nicolás por que tuvo que demostrar sus dotes de remero para bancar la balsa, ya que la marrón no solo saltaba y se iba abajo, sino que también subía el río, como lo hacen las grandes. Si hubiera sido por mí, paraba de pescar y me iba, pero iba en la balsa y Nicolás me pulsaba diciendo “tiene que haber alguna más, probá”. Igual paré un rato, mirando lo que pasaba, mientras Fede y Santiago seguías sacando, cada tres lances una trucha. Casi al terminar la flotada, probé nuevamente con la misma mosca, que ya le faltaba el hackle completo, y nuevamente en una zona muy similar se prendió otra marrón, un poco más chica, de 1,5 kilos. La pelea era mejor que la otra y la zona más difícil para la pelea, porque tuvimos que atravesar una corredera rápida con la trucha prendida. Nicolás tuvo la gentileza de buscar “estacionamiento” para la balsa para que peleara dicho trofeo paradito en la tierra. Fue nuevamente espectacular. Foto y al agua. No pesqué más. Bueno, colegas, se acaba el viaje y desde ya les recomiendo el lugar, fue un viaje inolvidable.
Manuel Linares
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