Esta pesca de cierre de temporada se hizo en dos etapas o momentos, la primera en fecha 20 de marzo de 2007 y la segunda fines de abril de 2007. La segunda etapa se realizó con la idea de encontrar mayor nivel de aguas en los ríos, y
que este año, más que temporadas anteriores,
los ríos estaban muy bajos, lo cual se reflejaba en
el río y su entorno, en cuanto a lo que nosotros nos interesa, con poca actividad, falta de migración oportuna y bajo nivel de oxígeno en los ríos,
lo cual incidió de modo directo en la pesca. Tampoco encontramos buen nivel de aguas en
la segunda etapa del relevamiento, a pesar de
una semana de lluvias, a mediados de abril. Igualmente fue una experiencia muy importante, por los ambientes relevados y su gran potencial pesquero. En el primer viaje, hicimos un primer testeo en el otrora legendario Río Gol Gol. Este curso de agua, que resulta ser el principal que vierte sus aguas al Lago Puyehue, tiene origen cordillerano glaciario y se enturbia en los meses estivales. En esa época es muy difícil pescarlo,
no solo por la turbidez de sus aguas, sino por los temidos colihuachos (especie de tábano trasandino), ya que resultan muy molestos (Facundo Aguirre intentó pescarlo en enero y terminó encerrado en su camioneta). Pues bien,
lo mejor es pescarlo a partir del mes de marzo.
En realidad, el mejor punto del GG es pescarlo luego de las primeras lluvias otoñales, ya que su mejor momento es cuando está lechoso, ya que luego se pone muy transparente y aumenta la dificultad al ser visto el pescador. Tanto en la primera como en la segunda flotada el río estaba demasiado bajo y transparente, lo cual obviamente conspiró contra la buena pesca.
De todas maneras ello no fue obstáculo para pescar hermosos ejemplares. Decidimos utilizar los servicios de Víctor Sandoval, manager de la empresa de excursiones de pesca de Entre Lagos “Arco Iris”, quien nos dispuso a Alvaro Rodríguez
y a quien les escribe, dos expertos baqueanos boteros, Samuel y Pedro, quienes nos bajaron en sendos botes diseñados especialmente para este tipo de ríos (una especie de Mackenzie rudimentario fabricado en fenólico, resistente y liviano, con fondo plano). El Río tiene dos configuraciones bien definidas, la primera, desde el puente Nº 1 del Gol Gol y hasta la junta con el Arroyo El Mocho, en donde el río es bien cordillerano, con aguas rápidas, correderas poco profundas, lecho de piedra y canto rodado y pocos, pero marcados pozones.
En esta zona tuvimos los primeros piques, pero en general salieron arco iris y farios de no más de 30 cm. Se pesca con sinking tip, cañas livianas y ninfas o pequeños streammers, no más de Nº 8.
Las moscas más rendidoras fueron las prince, hare´s ear, montana y pheasant tail. Hay abundante población de stones, aunque no vimos actividad de las mismas, razón por la cual no las probamos. A no más de quinientos metros de la salida del puente, hay un buen pozón, que constituye uno de los principales desovaderos de salomes chinook. La particularidad de los chinook (chanchos) del Gol Gol lo constituye que no vienen del mar, sino que se crían en el Lago Puyehue,
y dado que tienen gran cantidad de comida, alcanzan pesos sorprendentes, que pueden sobrepasar los diez kilos (los vimos). Los salmones pican por irritación, ya que son muy territoriales de sus desovaderos y cualquier cosa que pueda amenazar sus ovas es atacada, por lo que las egg wolly bugger o grandes streammers como la Llanquihue Killer pueden ser muy efectivos. También pueden tomar aquella comida que les recuerde su dieta de la juventud, ya que pasan
el primer año de vida metidos en el río, y en este sentido, es común verlos tomar ninfas de dragonfly en tamaños apreciables.
La segunda parte del río es totalmente distinta.
Es un río mucho más lento, con correderas tipo “tablas”, de metro y medio de profundidad y pozones muy profundos (más de tres metros) con aguas quietas y sumamente claras. El lecho es arenoso, con algas y gran cantidad de palos hundidos. Esta configuración es ideal para el escondite de las grandes marrones o farios, que los hay. En esta parte del río utilizamos caña 6, línea Cortland de 225 grains, líder corto de 1,40 metros y terminal en 0x. Las moscas utilizadas fueron streammers tradicionales, woolly buggers bien lastradas, marrones o negras, con big o cone head, abundante flash y tamaños del 4 al 8. Funcionaron muy bien las bichon fly, y diversas variaciones con patas de goma. Tomamos una
arco iris de kilo y medio aproximadamente al lado de una caída de agua que salía de unos árboles semisumergidos que presentó una batalla espectacular. Muy sana y en condiciones la pescamos y en las mismas condiciones la devolvimos. Tuvimos varios piques más de buenas arco iris y farios, pero nada extraordinario.
Hasta que en una corredera picó el primer salmón chinook que presentó una batalla realmente increíble.
La zona era de aguas relativamente bajas,
con buena corriente y oxigenada. La foto es demostrativa de la felicidad de la captura.
La flotada siguió hasta que llegamos a la “barra” (boca) del GG en el Lago Puyehue. Con un procedimiento muy artesanal (se clava una caña tacuara en el lecho y con una cadena se ata
al bote) nos anclamos casi encima del veril y comenzamos nuestros lances. Y casi de repente, comenzó una actividad que no podíamos creer. Grandes lomos y aletas caudales asomaban por
la superficie y muy cerca nuestro. Cambié el streammer por uno más chico y liviano, una pancora en anzuelo 8, y tuve el primer pique, recogiendo lento de a tirones y bien arriba. El segundo pique fue más violento, y me sacó la mosca de cuajo. Puse otra pancora igual, y finalmente, sobre el filo del poniente se prendió la trucha más increíble que había visto viva. Una arco iris que peso 6.180 gramos, que pegó por los menos cuatro saltos totalmente fuera del agua y una pelea titánica. Una vez vencida la trucha y
de costado ya, luego de unos 20 minutos (rogando que no se estirara el anzuelo o me cortara el 0x)
se entregó, y aún así no podía arrimarla al copo.
La foto que acompaño es más que elocuente.
Luego de eso, no había nada más que hacer, todavía quedaba 30 minutos de claridad, pero no quería pescar más. Era para “cerrar la cancha”. Nos fuimos y difícilmente me pueda olvidar esto alguna vez en mi vida. Creo que ni un alzheimer galopante pueda hacerme olvidar la adrenalina
y emoción de ese momento. La segunda etapa del relevamiento fue realizada a fines de abril, cuando nuestros guías nos avisaron que había llovido bastante y que las condiciones habían mejorado. Emprendimos la marcha nuevamente hacía la región de Los Lagos, esta vez en compañía de dos expertos pescadores, Yayo Suarez y Federico Hilger. Arrancamos con el mismo esquema que había dado buen éxito en la vez anterior y flotamos el GG desde el mismo puente Nº 1 hasta la barra. Nuevamente muchas capturas, pero esta vez nada extraordinario. Vimos salmones y buenas truchas, pero ninguna grande picó. La explicación esta vez fue que los salmones ya se encontraban en pleno desove, que el agua estaba nuevamente demasiado clara, ya que las lluvias no habían sido suficientes. La conclusión es que para enganchar el momento propicio del salmón, hay prácticamente que hacer guardia durante un mes en el lugar, y esa chance no la tenemos, a mil trescientos kilómetros de distancia. De todas maneras, en la barra del GG no encontramos la misma actividad de 20 días antes, lo cual nos hizo cambiar de destino y buscar otras alternativas. Gracias al muy buen conocimiento que tiene Victor Sandoval de la zona, emprendimos una excursión al Lago Rupanco, al cual se accede desde la Villa de Entre Lagos, unos cincuenta km
al sur.
Pasamos por la embocadura del Raue, que no la pescamos, pero vimos buena cantidad de gente con todo tipo de técnicas de pesca, hasta semirígidos anclados en la misma boca, por lo que seguimos de largo. Entiendo que debe ser un muy buen lugar para otro momento, ya que es la vía de conexión al mar que tienen todos los salmones de esta cuenca. Luego de un bellísimo camino de tierra consolidado de unos 18 km, llegamos al puerto de salida, donde nuestra “panga” con Sebastián al comando nos llevó hasta el final este del lago, donde existe una barra de muy buenas condiciones para la pesca con mosca, la que se puede vadear (dependiendo de la altura del río Gaviota) y pescar con belly boats. Antes de pescar la barra nos fuimos río arriba, unos 50 minutos de caminata difícil, por un bosque nativo muy cerrado y pocos lugares de acceso al río. El río se puede vadear, pero es muy delicado y complicado, por lo que aconsejo el uso de bastones de vadeo, y mucha atención. Pero lo que no hay que hacer es evitar la subida, ya que este curso
de agua es realmente espectacular. Nace de una pequeña laguna unas dos horas a caballo río arriba, por lo que no se enturbia el río y tiene una regulación de su cauce bastante parejo.
En ese río, pescamos bien, es una pesca delicada, difícil, con trucha vista y muy buenos portes de población arco iris. Los tres pinchamos piezas de alrededor de dos (2) kilos, con una pelea interminable y digna de las más salvajes arco iris. Las moscas utilizadas fueron bichon fly, pancoras, woolly negras y verdes con abundante flash y lastradas. No vimos actividad en la superficie,
pero supongo que las “secas” deben ser la primera elección cuando hace más calor o más hacia el verano. Van las fotos adjuntas como fiel expresión de las truchas y la belleza del lugar. Nuestro amigo italiano Federico y suizo Matías, quienes nos acompañaban en esa travesía tuvieron su chance. De hecho, Federico divisó en un pozón bien marcado, un chinook de más de diez kilos, ya con hongos. Hizo un lance pasado con el firme propósito de robarlo y efectivamente lo hizo, pero el chancho pegó dos cabezazos y cortó el tippet. Otra vez será. Luego de bajar y llegar a la barra del Gaviota en el Rupanco, pescamos un rato allí, con buena cantidad de capturas, obteniendo piezas de entre uno y dos kilos en forma bastante pareja. La mosca estrella, nuevamente la pancorita de Matías Grippo, la que causó sensación en los chilenos,
al punto de nominarla “Rupanco Killer”. Tuvimos que entregar algunas a nuestros amigos chilenos, suizos e italianos, pero siempre guardando la última en la caja. Fin del día y vuelta a nuestro complejo termal de Aguas Calientes en donde llegás y luego de relajarte un rato, podés hacerte masajes y bañarte en una pileta termal cubierta a 38º. Cena y a la cama. El último día se lo dedicamos a otro curso de agua que también tiene origen de deshielo y que desemboca en el Río Raue, el Río Cohihueco.
Quien no conoce este río debe hacerlo. Es uno de los lugares más bellos de la selva valdiviana. Un curso de agua muy parejo, con muchos kilómetros navegables (solo flotamos unos 7 km), de medianas dimensiones,poblado por buenas farios, arco iris en abundancia y salmones que suben del Raue. Los nativos aseguraban que hay steelhead, lo cual no nos consta ya que no vimos ninguno. Bajamos en tres botes con nuestros boteros, Pedro, el que me tocó y con quien ya había bajado el Gol Gol tiene realmente mucha muñeca para acomodar el bote y dejártelo listo para el mejor tiro. La bajada es formidable y llena de piques de pequeñas truchas, con la chance de una gran marrón. Gracias al cielo que las pude ver,
y gracias al infierno que no las saqué, porque ello me ha motivado a volver a ese santuario de la naturaleza. Es un río para pescarlo de todas las maneras posibles, ninfas de baetidas, damsel, dragon (el Perro Badaloni me ató a pedido unas realmente impresionistas), stones, etc., abundan en el río. Hay pequeños bagres y muchos alevinos de distintas cosechas. Es para pescarlo que equipos medianos, ya que si bien el pique usual oscila entre los 300 a 700 gramos, están los “monstruos” que nos pueden dar una gran sorpresa. Un equipo liviano sería dar demasiada ventaja a esos dueños del río y uno pesado un poco aburrido para el resto de los piques que hacen muy amena la jornada.
Un párrafo aparte merece el rey del aire del Cohihueco, nuestro conocido Martín Pescador. Amén de ser un reducto muy querido por este colega del aire, tuvimos la oportunidad de ver cómo procedió en el caso concreto. Primero pasó
los tres botes con vuelo rasante hacia delante. Luego, unos cincuenta metros río abajo, pegó una espectacular zambullida a la salida de un pozo en
el que seguramente hubiéramos parado a tirar. Sacó su pieza, y nos esperó parado en un tronco semihundido con la arco iris en su pico (de unos
20 cm) y miró el pasar de los botes, con una mirada canchera y suficiente que indicaba sin lugar a dudas y a modo de ejemplo, cómo debían hacerse las cosas si queríamos pescar. Paso seguido, y luego de golpear la truchita sobre el mismo palo para terminar su sufrimiento (lo que se asemeja
al golpe en la cabeza que usamos nosotros cuando queremos comernos una trucha y el catch and release no lo impide), se la tragó entera. Una postal envidiable hasta por Animal Planet Channel, y que pudimos presenciar en todo su desarrollo.
Van algunas fotos de este hermoso río y de la postal del Martín Pescador dándonos unas clases gratis. En resumen, el relevamiento no tuvo desperdicio, desde inmensas arco iris, pasando por hermosos salmones chinook, hasta aprendices de farios que alguna vez nos harán emocionar, todo ello sumado a un paisaje de ensueño, bien mostrado y revelado por nuestros hermanos chilenos, quienes además supieron regar las comidas con un excelente cabernet trasandino. Un saludo especial al responsable de “Arco Iris Excusrsiones de Pesca”, D. Víctor Sandoval, a sus asesores mosqueros,
El suizo Matías y el tano Federico, los boteros, Ringo, Pedro y Samuel y a la excelente atención del personal de Termas Aguas Calientes, quienes hicieron más confortable el regreso de cada excursión cada día.
Un abrazo a todos los colegas mosqueros y como siempre Carpe Diem.
Manuel Linares.
Vicepresidente de la Asociación Mendocina
de Pesca con Mosca.
MENDOZA FLY SHOP: Brandsen 1239 - Dorrego - Guaymallen - CP.(5519) - Argentina
Tel. 54-261-4318792 - info@mendozaflyshop.com
Todos los derechos reservados © 2024. Hecho por LampMinds.