Por: Exequiel Bustos
Como se sabe, las cañas de bambo son una hermosa obra de ingeniera, que combina las propiedades naturales de un material tan noble como lo es esta planta junto con la delicada mano del hombre que le da la forma necesaria, para transformarla en una herramienta, la caña. Históricamente fueron las primeras cañas utilizadas masivamente, con el tiempo fueron cambiadas por cañas fabricadas por otros materiales, fibra de vidrio y luego el carbono. Si bien este cambio impulsado por la falta de materia prima y el desarrollo de procesos de manufacturación más eficientes, no le quito para nada la fama y mucho menos el factor tradicional y artesanal que ellas poseen.
Hace aproximadamente un año atrás, un amigo de la pesca, Juan Aquaviva comenzó a mostrarme cañas de bambo, fabricadas por él mismo en Mendoza. Para los que no conocen los pormenores de la fabricación de estas cañas, puedo decirles que es un trabajo milimétrico de cientos o miles de horas de banco. Imagínense que deben tomar una caña de bambo, cortarla en pequeños listones que formaran las caras de la caña, deben ser cocinados, cepillados para lograr su perfil cónico, pegados, enderezados, se deben fabricar las uniones, entre muchas otras tareas de absoluta precisión. (Disculpen los fabricantes de estás cañas si me olvide un paso importante que ustedes deben sortear, es simplemente un análisis macroscópico).
Es por todo esto que fue un orgullo que otro pescador de Mendoza se diera a esta ardua tarea. Juan no solo me mostro sus cañas sino que pude probar cada una de ellas, logrando una sensación y performance muy buena. En pocas palabras me encantaron, sobre todo las de acción un poco más rápida (las más rápidas a las que me refiero, son muchas veces más lentas que la más lenta de carbono).
Como toda ardua tarea, los detalles quedan a lo último, es decir importa más la esencia. En este caso que la caña sea buena en su funcionamiento y los detalles estéticos quedan a lo último en la evolución del “rod maker”. Ya habiendo probado la eficiencia de las cañas, comencé a hacer “molestar a Juan” haciendo hincapié en la terminación de las mismas, dándole algunos concejos de detalles y estética, que por suerte recolecté en años de trabajo en fly shops.
A partir de ello, llego un buen día para mí, Juan entró al fly con una caña terminada en bruto en la mano. Los cuatro tramos ya pegados con las uniones correspondientes (uniones del mismo bamboo que la hace más liviana y natural) el corcho del grip pegado y el corcho para el porta reel y nada más. Mi tarea sería la terminación de la madera, el barnizado, la ubicación y colocación de pasahilos, hilado y colocación del porta reel. La vara era una #3 de 8 ft, un número y largo fantástico para nuestros arroyos cordilleranos.Estaba muy emocionado siendo un honor para mí finalizar esa caña. Luego de unas 40 horas de trabajo la terminé!.
En ese momento creo que el resultado fue una caña de lujo, la acción era perfecta para nuestros arroyos. Su acción parabólica cuidaba hasta el tippet más fino, permitía presentaciones sutiles pero cuando era necesario que la caña responda con fluidez, lo hacía. Como toda evolución tiene un proceso de mejoras, por eso al final de un día de escuela con clientes en el Aº Picheuta, la puntera no resistió y se rompió. Hecho que por supuesto me dio mucha tristeza. A lo que Juancito me dijo: no te hagas problema le hacemos otra y mejoramos lo que haya fallado. Aprovechando le pedí la última modificación que para mí haría que la caña quedara perfecta a mi ritmo. Sugerí que la puntera se hiciera un poquito más rápida. Para poder tener un poco más de respuesta cuando pesco solo con el leader afuera o para técnicas de ninfa europeas.
Dos meses después, en mis manos una puntera nueva. Luego del trabajo correspondiente de terminación y pasahilos era hora de probarla nuevamente. El destino fue repetido, el Picheuta, como si fuera en busca de una revancha para mi caña.
Fue una día de pesca maravilloso, muchas capturas de distintos portes. Como toda caña que llega a mis manos, la forcé y probé al máximo. Siempre pienso que si se tiene que partir prefiero que se rompa ya! Al contrario de esto, la caña resistió perfectamente, incluso a maltratos exagerados. Su sutileza para pescar y su resistencia me dejo asombrado. Es una caña que espero me acompañe por muchos años más y pueda surcar mucha agua con ella en la mano. Agradezco profundamente a Juan Acuaviva por la caña, y espero que este sea un aliento más para que siga en esta hermosa tarea. El nombre de la caña lo puso él, "fochan pefu" que significa en mapuche "caña de mosca".
Es importante decir, que Juan no solo utiliza caña de bambo, sino que además cañas nativas como la de "castilla". Esta ultima posee las fibras de potencia(son las que le otorgan el soporte y la flexibilidad a la vara) más concentradas en las superficie,siendo bastante mas liviana que la tradicional de bambo. Por ejemplo esta caña posee el primer tramo y medio de bambo y el otro tramo y medio de castilla, quitando peso en la punta de la misma logrando un mejor balance.
Gracias nuevamente Juan y esperemos sigan las capturas!
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